jueves, 3 de junio de 2010

Mi Vecino



DON ‘RODRI’

Lo llamo de un silbido. Y pese a sus más de 60 años, cruza la avenida con agilidad de liebre, eludiendo los autos que bajan enfletados. Con malicia le solicito:

- Don Rodri, ¿qué periódico me recomienda para envolver aguacates? Necesito que maduren.

- Le vendo El Tiempo, que trae más hojas.

Le doy los mil quinientos, y vuela como flecha a su guarida, donde anida desde hace 38 años. Allí, en plena esquina donde muere el separador de la avenida que viene de Villapilar y se incrusta inclemente contra Chipre.

Cuando llegó al barrio, treintón y energético, con las manos tarjadas por el trajín de la construcción, instaló su puesto de venta de periódicos en el punto más estratégico: bajo la sombra del más frondoso Casco de Buey, que en verano cuando florece supera a sus congéneres de la savia: se sobra en blancos y rosados, y es orgía de néctar para el colibrí.

Abandonó las huestes del palustre y la pala, no sin antes dejar bien lavados el balde y la carreta, y se dedicó definitivamente al tráfico del pasquín.

Hoy, ya no es el bullaranguero vendedor que conocimos el siglo pasado, cuando los guarilaques que le zampaban de desayuno los jubilaitos del barrio, lo ponían copetón. Chispiado, vociferaba los diarios con divertidos pregones. La prensa se vendía como arroz.

- Un domingo, y eso que trabajaba sólo hasta las once de la mañana, llegué a vender mil ochocientos periódicos. Ahora, un domingo trabajando hasta las cuatro de la tarde, no me vendo ochenta.

El tiempo, ensalzador de Santos; La Patria, periódico azul de nuestra provincia; El Espacio, vitrina de sangre y pezón; Diario Deportivo, campo para el guayo y la pezuña; y ¡Qué Hubo!, diario ligero y amarillista de la misma Patria: hacen parte del menú que tacaño en números hoy nos oferta.

- Ya hay días en que no me vendo siete periódicos.

- ¿Y siete cuánto le dejan de ganancia?

- Cada uno 240 pesos, ó 260 ó 300, dependiendo.

Son cerca de 3 mil pesos (un Dólar y medio; un Euro y un tris; y llévelo Usted a Yenes), que no le bastan para cubrir el pasaje de ida y vuelta hasta su vivienda en el barrio El Paraíso, cerca de La Fuente, en la ruta al municipio de Villamaría. Para llegar a El Paraíso, hay que echar quimba casi una hora (¡ojo pues rezanderos!).

- Hombre Rodri, entonces… ¿a qué viene? ¡¿A perder billete?!

- Yo vengo aquí es por deporte, olímpicamente, no me consigo la comida.

De mero cansón, lo increpo:

- Rodri, pues rebúsquesela mijo trabajando por la tarde en otra cosa…

- ¡Ojalá resultara qué hacer!

Es el problema de hablar con gente informada. Rodri, ya había leído que el DANE divulgó la semana pasada datos desalentadores: Manizales, capital de Caldas, tiene 32 mil desempleados, 4 mil más que en el mismo periodo analizado del 2009. El trabajo que más ocupa a los manizaleños es: ¡Buscar trabajo!

Don Rodri en su nido, un lustro atrás. Antes de usar gafas de aumento. (Foto: Tilincio).



Hoy, poco se mueve el chuzo de Rodri. Tiempo le sobra para su dieta rutinaria: deglute como mínimo 4 periódicos de variados colores y sabores, incluyendo edictos. Clava su mirada en las páginas, y los estresantes motores no son óbice para paladear sobre todo la crónica roja.

Sólo lo desconcentra el paso de alguna muchacha. Frena la lectura, entorna la mirada, salpica la lengua, rastrilla un piropo, le hace un seguimiento al tongoneo de la dama, y torna como zombi a la nota judicial.

Por tanta pestaña quemada en la letra impresa, hace un lustro ciñe nueva mirada: estrenó severas gafas de aumento, casi de culo de botella. Esta mañana frenó mi diálogo para señalarme una ombligona joven que pasaba la calle:

- Qué pesar de aquella boba, ¡¿dejarse preñar?!

En el puesto de periódicos, a don Rodri regularmente lo acompaña su esposa Amparo. Al amparo de ella, soporta mañanas sin clientela. Antes, en la época de venta efervescente, le ayudaban los hijos. Y viene mi pregunta estúpida:

- Rodri, ¿por qué no han vuelto sus hijos?

- ¿A hacer qué? ¿A ayudarme a aguantar frío?

Es mediodía, Rodri luce acelerado. Empaca presuroso los periódicos en un líchigo de fibra sintética. Me rehuye, me esquiva, me quiere sacar de taquito, porque le advertí que quería hacerle una crónica, y Rodri no quiere comprometer su futuro laboral opinando sobre la calidad de lo que vende…

- Hombre Rodri, ¡fresco! Sólo quiero que me diga: Usted que se lee de cabo a rabo la prensa, ¿qué opina de La Patria?

- A veces, ¡regalada es cara!



6 comentarios:

taranto dijo...

¡Patriaaaaa, tiempooooo, espectadorrrr...!

¡petadoooorrr, patria, tiempooooooooooooo!

Unknown dijo...

a el que le hizo la caricatura yo le doy algun premio

Jorge dijo...

Muy buena! Don Rodri seguramente es primo de Caliche, uno que vende dulces y películas en la universidad.

Luis Vélez Rodríguez dijo...

(A Lorenzo: El de la caricatura, aunque se parezca, no es don Rodri sino Groucho Marx)

"El periódico de casa" ¿de casa de quién?

María Rosa dijo...

ah ese don Rodri, siempre tirandole los perros a las mujeres que no son su mujer.

Anónimo dijo...

Muy bueno!