martes, 29 de junio de 2010

La Columna de don Onésimo (IV)

Don “One” reaparece. Habían pasado 18 días desde que entregó su tercer artículo. Estaba ocupado montándole guardia a un veterano de la puntada y la tijera.

Don “One”, por tener ‘medidas’ tan particulares para un pantalón, se atrevió a recurrir a un maestro de tradición.

Va pues su cuarta columna, una aventura que sufre al meterse a un tinglado de personajes, vericuetos y viejas usanzas de la señorial Manizales.

EL SASTRE


¡Qué ropero! El otro día después de enviar mi ropa a lavar, me quedé sin ropa.

Debo comprar algunos pantalones, pensé en un instante de lucidez.

Pero como días antes había escuchado la historia de un amigo cuyo trabajo había sido desplazado por las máquinas, en solidaridad con Él y con los viejos oficios, decidí visitar a un Sastre.

Los jóvenes tal vez no los conozcan. Son unos señores de avanzada edad, que trabajan en pequeños locales de casas coloniales. Sitios estrechos pero acogedores, casi siempre con una mesa larga llena de telas cortadas y una o dos máquinas de coser.

Llevan una cinta métrica enrollada en el cuello, fuman y visten elegantemente con chaleco para las tizas. Son flacos, con uñas largas para las puntadas, pero limpias porque es una forma de ocupar las horas libres.

No usan computador, pero tienen en su lugar, un cuaderno de 100 hojas línea corriente con los bordes levantados. No gustan de los cuadriculados, porque escriben con letra grande y adornada, que ahí no cabe. Prefieren los lapiceros plateados de dos cuerpos enroscables y con mina.

Generalmente escuchan tangos en la radio, señal inequívoca de que poseen un gusto refinado. Excelentes conversadores, porque en su trabajo hacen uso permanente de la imaginación. Es una de sus herramientas preferidas. Con ella, fabrican las historias que utilizan como disculpa para justificar los frecuentes incumplimientos con los clientes.

Preguntando, y caminando, encontré uno en la carrera 24 entre calles 26 y 27. Hablamos al más alto nivel (la radio tenía mucho volumen) y rápidamente acordamos el precio del proyecto. Me dijo que Yo debía suministrar la materia prima, pero –debo reconocerlo– me explicó dónde conseguirla.

Volví con la tela. Inmediatamente, y sin que mediaran pre-pliegos ni ninguna clase de demoras, comenzó a diseñar. Con gran precisión, tomaba medidas sobre mi atlético cuerpo, y procedía luego a vaciar la información en su cuaderno. Unos minutos después, había terminado. Me miró fijamente, y sin vacilar, preguntó:

– ¿Cuánto va a abonar? Yo no inicio ningún trabajo, sin que me abonen como mínimo, el 50%.

He aquí, un hombre de principios. Severidad y puntualidad pensé, son cualidades propias de los mayores.

– Aquí tiene su anticipo, Señor.

Esa era la última anotación que le hacía falta al párrafo donde había anotado mis medidas. Mezclaba letras y números armónicamente. Abona: $40.000.

– ¿No me da un recibo? –pregunté con timidez.

– No se preocupe, aquí queda registrado y aun si me muriera, mi familia le respondería.

Salí contento, seguro de haber hecho un negocio con un verdadero representante de aquellos tiempos.

El viernes siguiente, me presenté muy puntual a reclamar mis pantalones.

– Hombre vecino, qué pena con Usted, pero resulta que se me atravesó un cliente con una urgencia. Un amigo que se iba a casar y necesitaba un vestido completo para la ceremonia. Comprenderá Usted que no podía fallarle.

– Por supuesto, ni más faltaba Señor; entonces ¿cuándo vuelvo?

– ¿Qué le parece la próxima semana?

– Me parece muy tarde, pero si no es posible antes, yo espero.

– Oiga… vecino, ¿no me podría Usted adelantar otro dinerito? Cómo le parece que el amigo del vestido no me ha pagado aún.

– Con mucho gusto le abono otros $20.000, pero por favor apúntelos en su cuaderno.

– Por supuesto, vecino. Es más, aquí le voy a colocar el saldo, para que no haya lugar a dudas. Calidad y cumplimiento es mi lema.

Durante dos semanas estuve visitando la sastrería. Permanecía cerrada.

A la tercera semana lo encontré.

– Vecino, porqué no había vuelto. Sus tres pantalones están listos desde hace dos semanas. Yo ya los iba a poner en venta.

Me mostró uno por uno, hizo un panegírico a su costura, pero no me los pude probar porque no había espacio.

Luego en la casa, pude hacerlo. Quedaron anchos, pero… deje así.

Estoy pensando seriamente en visitar el almacén de Arturo Calle.


sábado, 26 de junio de 2010

Carta a Benedicto XVI


Manizales, 2010-06-26


Su Santidad:

Joseph Alois Ratzinger
El Vatic-ANO


Venerable Papa:

Un saludo, sin la mano, pues quién sabe que ha hecho con ella.

La presente es para solicitarle, muy comedidamente, que incluya en su SANTORAL, el listado de un tremendo equipazo conformado por 11 honorables personajes, que servirán para seguidores devotos que urgen distracción.

Como yo sé que hay mucha tramitología, para ungir las once figuras que postulo, le digo de antemano que cuento con el visto bueno del más alto jerarca de la curia colombiana, pues me dijeron que es la mejor
“palanca”.

No le quito más tiempo, pues se que anda muy ocupado defendiendo las fechorías de los suyos.

Hasta luego.

(Anexo listado).

POSTULACIONES


1.
Las sugerentes chicas que enseñan escotes pronunciados donde tras bambalinas se adivinan alebrestados pezones, y que son felices agachándose para airear y dejar entrever la alcancía trasera, ahorrarán esfuerzos exhibicionistas y sobreactuaciones acartonadas, encomendándose a…
San Pámelo.

2.
Los extremistas votantes colombianos que sentarán en el solio presidencial a otro guerrerista, adorarán como ícono favorito a… San Gría.

3.
Las enfermizas amas de casa que no admiten reguerito ni mugre ni polvito ni basurita ni olorcito, idolatrarán a… San Pic.

4.
Las bailarinas de ritmos sedantes y epilécticos, hablo de las enardecidas amantes del anestésico reguetón, podrán ser fans de…San Goloteo.

5.
Los corruptos politiqueros colombianos, las ratas de alcantarilla que se agrupan en Partido, los maestros que sin vocación enseñan, las mujeres que se casan por interés, y los periodistas con la ética anidada en la mugre de panzón ombligo de cocktail, va la agüela que besarán la estatua de… San Guijuela.

6.
El electo Santos (mago de la máscara y la picardía), el tal J.J. Rendón (genio de la propaganda oscura como el ombligo de Pelé), y la recua de prepagos (tragasopas de la difamación), prenderán velitas a… San Cadilla.

7.
Los enviados de Dios que endulzan oídos de impúberes sacristanes y que se embeben de jugos efebos, y que gustan arrodillar acólitos para que chupen néctares místicos, cargarán en sus abullonadas billeteras la imagen de… San Turrón.

8.
Los que por amor a la familia se matan camellando (capaces hasta de trabajar toda la vida como cajeros de banco), y los pocos que madrugan a rebuscarse la papa con honradez y dignidad, merecen su…
San Día.

9.
Los atorrantes adoradores del chip y el ingenio asiático, y que se valen de la tecnología in para ostentar falsa grandeza, podrán darse golpes de pecho frente a… San Sung.

10.
Los rápidos para borrar la escena del crimen, los acelerados para deglutir, y los veloces para la cópula estilo kikirikí, prenderán fugaces velitas romanas a… San Tiamén.

11.
Los carnívoros asesinos que instigan la puñalada marranera, para luego aplicar dentelladas a deleitosas morcillas, tendrán una imagen envuelta en servilletas de… San Grenegra.




Su Santidad:

Quedo a la espera de su santa respuesta. Me puede escribir a chipreviejo@hotmail.com, aunque lo mejor es que me haga un comentario en este mismo Blog, pues a Usted en mi E-mail lo tengo como ‘correo no deseado’.

jueves, 24 de junio de 2010

Juguete

SEMÁNTICA LETAL


En las últimas ‘nueve semanas y media’, rodillas en asfalto, el Man persistió en el ruego: una mísera “pruebita de amor”.

Ante tanta insistencia, la Woman ya compadecida –pero definitivamente ávida–, aprobó el asunto para que el Man probara el asunto.

Estrellada noche de luna llena (instantes que convulsionan la química del agua). Repentinamente, la Woman gruñe con melosidad ardiente:

WOMAN: Papi, bueno... ‘hagámole’ pues.

Y el Man, en ataque epiléptico-gramatical, reprocha con acento diacrítico:

MAN: Mi doncella, no seas tan mal hablada. ¿Acaso no sabes que estamos ante exigentes fisgones Blogueros? ¡Qué oso! Nena, pula y afine léxico. Te voy a mandar la...

WOMAN: (Expectante y apasionada) ¡¿Me vas mandar la qué...?!

MAN: Te voy a mandar la… copia de mi glosario privado, cuaderno donde estoy haciendo acopio de...

WOMAN: Bueno… papi… deje esa cháchara y ‘démole’ rapidito, que ‘desafortunadamente’ mi ‘amá’ sólo me dio permiso hasta las 4 de la mañana... cuando cante el gallo.

MAN: Mi vida, ¡qué falla! ¡Corrígete! Ya no se dice ‘desafortunadamente’, di ‘infortunadamente’. El ‘desafortunio’ no existe: lo válido es el ‘infortunio’. (Prepotente y apasionado) Es una sugerencia que me hizo mi ‘DRAE’.

WOMAN: (Celosa y furiosa) ¡¿DRAE?! Ahhh… ¡Una fufurucha! ¡Una patisucia! ¡Una culicaliente!

MAN: Gorda, serénate. ‘DRAE’ es un diccionario, su sigla significa…

Tres horas en ese ir y venir, y de aquello nada. Cansada de inoportunas peroratas sobre la Lengua, y con ansiedad de intercambiar lenguas, la infortunada Woman vomita enunciados sin aderezo lingüístico:

WOMAN: Papi… van siendo exactamente las dos y pico de la mañana, ¡¿upa pues?!... ¡Aprovechemos! Recuerde que hoy es el día en que por fin 'satisfaceré' tu deseo...

MAN: Mi amor, no diga 'satisfaceré'. Lo correcto es ‘satisfaré’.

Y el Man, zapateando el suelo, re-cal-ca:

MAN: Sa-tis-fa-ré.

Apostando, recurriendo a féminas tácticas calenturientas, la Woman replica:

WOMAN: ¡Ayyy...! Papi, mira, tengo un dolorcito aquí...

Intempestivamente, la Woman enseña fémur, fragmento veleidoso, enclave atractivo, provocador... ¡Una piernota! ¡Severo tarro!

WOMAN: Amorcito, ¿sabes 'masajiar'?

Abruptamente, la Woman le conduce la mano a lindes del fémur: hinchamiento volcánico, fragor de magma, neuralgia de entrepierna. Pero el Man, sorpresivamente, saca la mano y tira un envilecido secreto:

MAN: Mi cielo, estaba por decirte... no sé si enterarte de esto... me abruma decírtelo directamente...

WOMAN: (Orgásmica) ¡Dímelo amor! ¡Suéltalo nene! ¡Desenrolle flaquis!

MAN: (Tomando aire) Está bien: quería revelarte que la palabra ‘Articulación’ viene del griego ‘Arthron’ que significa articulación. Y haciendo uso del pre-fijo ‘Artr’, se derivan términos como ‘Artritis’... ¡Ahhh, clarooo!... ¡Sufres inflamación en la articulación! ¡Rápido, recurre al SISBEN!

Finalmente, al filo de las 4 de la madrugada, la Woman va al grano:

WOMAN: Papi, quiero que me hagas ‘añico’...

MAN: ‘Añicos’ no tiene singular.

El tiempo acosa, la Woman lo mismo. El firmamento torna azul pollito. La conducta traumática de esta perlita de Man, tiene a la Woman cual sartal de histeria: rabia, agites, escozores...

WOMAN: ¡Basta ya! Papi… ¡‘fórzame’!

MAN: Di ‘fuérzame’.

WOMAN: ¡'Vólcate' sobre mí!

MAN: Di ‘vuélcate’.

WOMAN: (Desengañada) ¿Aún me deseas?

MAN: No lo tengo claro...

WOMAN: ¡¿No?!

MAN: Déjame pensarlo...

WOMAN: ¡¿Pensar qué?!

MAN: ¿Cuándo es que ‘aun’ lleva tilde?

Resumiendo: la furiosa Woman, tanto luchó y tanto ‘bregó’ (tercera persona del pretérito de bregar), que a las 5 a.m. salida de cabales, y haciendo uso de la tercera persona del pretérito del verbo ‘degollar’... ¡Lo de-go-lló!

jueves, 17 de junio de 2010

MONÓLOGO

Mea Culpa





Sí, señor Juez, ¡yo lo maté! O más bien, fui apagando la vida del ancianito, desde el mismo momento en que le impregné, le fleché, le pegué, le incubé… Mejor dicho, le regalé un saludo: ¡un SALUDO!

Entiéndame: si la duda mata, si los celos matan, si matan de un susto, si esa nena me mata, si hay mate al rey… ¡un SALUDO también tiene derecho a matar!

Ahora, tratando de interpretar los hechos, señor Juez, quiero decir:

- Me reventó, sin mi voluntad, un relato ruso que se me incrustó el siglo pasado, en mi subconsciente.

No, señor Juez, no narraré tal relato, y tampoco diré el nombre del escritor, porque puede figurar como autor intelectual, y no quiero someter a demandas judiciales a los sucesores de los derechos.

Bueno, señor Juez, como Usted diga. Daré una sinopsis, que seguramente me saldrá chambona:



Un lambón y timorato funcionario, que estaba con severa gripa porcina, se tose sin premeditación en toda la nuca de un corrupto burócrata. El resfriado personajillo se apena, se arrodilla, se disculpa, pide perdón al salpicado.

¡Sobachaquetas! ¡Cepillero! ¡Cargaladrillos! ¡Lambeculos!… Hablo claro está, señor Juez, del empleado de pacotilla.

Sigo entonces. Por tal acción, el ente servil, durante varias noches no concilia el sueño, por haber cometido una infracción maleducada en contra de la nuca de un mando superior de cuello blanco.

Pasa en vela 6 días. Su estrecha conciencia de subordinado, le cercena inclemente el espíritu por haber cometido tamaña afrenta. Insomnio, culpabilidad y gripa, se conjugan, se revuelven, se amacizan, y agravan su estado de salud. Y al séptimo día, el empleadillo muere, tieso como gato envenenado.

No me estoy desviando, señor juez (¿desviado?: ¡Usted!). Lo que pasa, es que añoro mucho a los jueces de antes, cuando recurrían en sus juicios a citas de clásicos de la literatura. Ahora, sólo tienen entre dientes a clásicos como Pereira vs. Quindío.




Bueno, señor Juez, me remitiré a los hechos:

Voy una mañana por la calle, con corazón alegre y chispa alborotada. Y me topo con un ancianito que viene de frente y me mira a los ojos. Yo, de mero cansón, por molestar, dándomelas de pícaro juglar, subo mis cejas, ilumino mis ojos, y diáfano le tiendo un SALUDO cordial al estilo metralleta:

- Señor: ¡qué tal!, ¡cómo le va!, ¡qué hay de nuevo!, ¡gusto en verlo!, ¡cómo están por la casa!, ¡saludes a los niños!, ¡besos al chiquito!, ¡pláceme verlo!, ¡que la Virgen lo acompañe¡, ¡orine antes de acostarse!...

Señor Juez, sólo saluditos en seguidilla, centellitos amables. Todos ellos, de puro repentismo fruto de una alta dosis de cafeína y nicotina que traía yo entre venas.

¿Qué respondió el finado? Señor Juez, antes aclaro que yo no me detuve ante él. Le inyecté mi SALUDO mientras seguíamos caminando. Cada uno iba en sentido contrario.

El ancianito, entre alegre y dudoso, entre temblores y rascadas nerviosas, contestó mi saludo:

- Joven… ¡¿cómo está?!

Yo confieso, señor Juez, que de manera maldadosa me detuve a contemplar las reacciones del ancianito. Muy parsimonioso, avanzaba un poco y giraba a mirarme, entre risueño y sorprendido.

Con toda seguridad, y me inculpo señor Juez de mi maldad, había caído en mi celada, y se preguntaba para sí:

- ¡¿Éste será hijo de quién?!

Y no fue más el asunto, señor Juez. Marché a mi casa feliz de mi pilatuna. Por una simple coincidencia, sólo me enteré de la muerte del ancianito, una semana después.



- Sí señor Juez, seré escueto, no porque Usted me obligue, sino porque estoy escribiendo para un Blog.

Yo, señor Juez, soy travesti a ratos y por vicio. Acostumbro a disfrazarme de plañidera para colarme en los negocios de pompas fúnebres. Lo hago solamente para tomar café caliente y fresquito, allí lo regalan por litros a los deudos que lloran sus muertos. Es un tranquilizante gratuito, como la muerte misma.

- Disculpe, señor Juez, con el permiso de Su Señoría, salgo un ratico al pasillo a soplarme un cigarrillo, porque tirar humo en su recinto, le acarrea multa a Usted, su Señoría, dueño de este negocio que usurpa justicia.




- Señor Juez, despierte a la digitadora…

Zampándome un café oscuro y doble, entró de sopero a un cuartico de velación. Y yo, que odio a los ojos que irrespetuosos espulgan por el vidrio a los dignos y honorables finados, extrañamente me lanzo a tal escrutinio. Y a quién pillo allí con algodón entre narices (y que ya todos lo saben): al ancianito del SALUDO.

Señor Juez, remato el cuento, diciendo que allí mismo capturé entre los cuchicheos de las plañideras, el signo que devela al homicida:

- Mijita querida, cosas raras se ven en esta viña del Señor, valle plagado de lágrimas, tierra del Sagrado Corazón de Jesús.

- Sí mijita querida, dizque una semana enterita, sin dormir, clamando entre fiebres y sudores: “¡¿Ese es hijo de quién?!”.

Por último, señor Juez, me declaro ¡cul-pa-ble! Admito que dar un SALUDO, aunque sea únicamente con la intención de jugar, es hoy en día un gesto peligroso, un acto que atenta contra la vida en comunidad.

- Señor Juez, quiero que quede constancia de lo siguiente: ¡Exijo que copias de esta declaración, no vayan a volar por Internet, adaptadas como “instrucciones cándidas para eliminar viejitos estorbosos”!

miércoles, 16 de junio de 2010

EL DORADO (Parte 1)

¡Brindo por ello!


Visibilidad: peladero de consumistas, hostil desierto de tripas golosas, desvarío climático de maltrato a la palabra. Temperatura: grúas y escases de ladrillos. Calenda: Día 01, Mes 01, Año 01.




- Compañeros, ya ajustamos el robo número mil a las nutridas joyerías españolas. Hoy, arrancando el siglo XXI, celebremos esta cifra simbólica. ¡Brindo por ello! -dijo el talentoso teatrero, que se desperdiciaba dando clases de percusión a sordos de ritmo, y cursos de expresión corporal a cuarentonas jamonudas.

Ese día la prensa ibérica, había gritado en grandes titulares el escabroso dato. Se completaban: mil joyerías de ‘La madre Patria’, asaltadas y saqueadas por la delincuencia colombiana.

- Compañeros, gocemos por la dicha de este logro. ¡Y que no se salve ninguna joyería! ¡Brindo por ello! -dijo el justiciero ex sindicalista, que se rebuscaba la vida barriendo las basuras de los trogloditas que jugaban de locales.

Y todos brindamos. Rechinaron copas desbordantes de vino barato con sabor pastoso. Éramos colombianos, pero no delincuentes.

Cuatro desarraigados migrantes. Dos, espantados de la tierra de origen huyéndole a la hambrienta parca nativa. Dos, buscando las migajas del supuesto confort. Pero, todos cual esclavos.

Éramos, esa noche de copas, cuatro estigmatizados ‘sudacas’ que, soñando el tal ‘Edén’, afrontábamos una realidad cruzada en ocres.

- Compañeros… Por el orgullo que nos dan nuestros coterráneos malandrines, todos ellos grandes profesionales: ¡Mil joyerías desvalijas, y hasta este momento no se ha derramado una gota de sangre! ¡Brindo por ello! -dijo la ética e híper-kinética periodista, que tarjaba manos a costa de limpiar culos ajenos.

Yo [que luego huí de ese conciliábulo de evocadores, a la caza de una suerte cocida en puñadas en las callecitas que me vieron nacer], esa noche de vino con hielo y Coca-Cola y polvo de fruta savorizante, llené nuevamente las copas y, teatralizando, solicité mi brindis:

- Compañeros, si los españoles en la conquista de América se robaron nuestro oro: ¡Ahora hemos vuelto por él! ¡Brindo por ello!

viernes, 11 de junio de 2010

La Columna de don Onésimo (III)


Con un atraso de un día (¡Uy, qué susto!), entrego la nueva columna (¡No lo operé!) de mi vecino de cuarto (¡Sin amancebamientos!), don Onésimo.

Don ‘One’, nos relata (como ya se vuelve buena costumbre) la vivencia del día, esta vez combina platónicas pasiones con meriendas trancadas, en un sobrio y breve escrito que dista mucho de sus dos opulentos apetitos: los soñados y los que matan por colesterol.





EL DESAYUNO


Hoy, después de un ayer productivo, desperté desanimado.

Nada que no se resuelva con un tinto y un Dólex, pensé y bajé a prepararlo.

Efectivamente, así fue. Media hora después, comenzaba a parecerme al mismo de ayer.

De repente (como el tango), suena el timbre y aparece ‘ella’. Muy linda como siempre, luciendo una chaqueta de botones, un arete largo, yines, una sonrisa entre amable y nerviosa y su morral azul.

El día está frío, pero su presencia cada jueves o viernes, trae un toque especial de calor.

Tal vez, por encontrarme bajo los efectos de aquella poderosa combinación de drogas, por un momento quise con ella, ser juguetón:

Subo las escalas, no me baño, me visto, bajo veloz (es un decir…) y se me ocurre invitarla a una pilatuna. A que rompamos juntos, la rutina por un instante.. ¡cuánta locura!

- ¡Volémonos! –le digo.
- ¿A dónde? –me responde asustada.
-
A desayunar al centro. Hay un restaurante fenomenal: huevos al gusto, arepa con queso, chocolate y jugo de naranja. ¿Qué le parece?

Otro contundente ¡no gracias!, pero ésta vez acompañado de una sonrisa marcadamente nerviosa, me indicaron que el juguetón en esta historia, sólo era Yo.

¡Lástima! Hubiera sido un buen comienzo de Jueves.

El desayuno como siempre, estuvo perfecto.

Debo refinar.

jueves, 10 de junio de 2010

Ejercicio de Digitación

Portafolio vs. Navaja


(Música:¡suspense circense!)

Chipreviejo onda frecuencia agonía sintonía… presenta atenta representa... ejercicio digitación dramatizado... “Portafolio vs. Navaja”.


LOCUTOR:
Límpido jabonoso sector ente excluyente zona rosa fétida gótica calle callejuela real… transita McNamara… obeso prestante fofo docto usura.
(Música: ¡sube caramelito!)

McNamara camina corre vuela espanta… sombra vislumbra vida tediosa porvenir rugoso asegurado.
(Música: ¡baja primor!)

Garra saurio McNamara… adosa fetichista pabellón auricular derechista… atenaza avantel-megaclón-light-verderrojizo.
(Música: ¡sube encanto!)

Perfil azuloso ampuloso McNamara... Botas itálicas golpean laceran mullido asfalto… Gama musical celestial compagina pop estética country… Fulgen destellos hirientes sórdida canícula equinoccial cafetera.
(Música: ¡baja fornica!)

Repentinamente habitante calle oscuro maloliente man mendigo… atadura topa choca McNamara… Mendigo interrumpe aborda cerca rodea acosa tiende redada caritativa.
(Música: ¡sube brusca!)

MENDIGO:
Señor seño usia mercesita mister master mesié licenciado caballero fina estampa… don dotorcito don benemérito don Cruz Boyacá... escúcheme nombro azul vírgenes mil sacro cielo... discúlpeme ruego mendrugo instante hilachita valioso time... pedirle mísero íngrimo favor...
(Música: ¡baja mamita!)



LOCUTOR:
Prevenidamente McNamara roza flamante pecho chaleco antibalas. McNamara off celular. Busca protección rabia babosa pastor alemán vigía bozal.
(Música:¡sube cariño!)

Sorpresivamente mendigo filuda navaja made-in-Taiwan esgrime esgrima… Mamagallista escarba uña musita misa globalizante lamento pedigüeño.
(Música: ¡baja reina!)

MENDIGO:
Dotorcito grito problem hungry... lánguido camello elástica cerviz... Quisiera suplico suplico excelencia suplico auxiliara...

McNAMARA:
Préstamo propio tipo indicado salvador...
(Música: ¡sube ternura!)

LOCUTOR:
McNamara ojos azul candor marinero oro pintan iluminan zafiro-gema-golfi… Colgantes ojeras mendigo inflan despichan expectativa… Inmediatamente saeta veloz mágicamente McNamara tarjetica intersticios vomita chaleco piel-rosada-delfín.
(Música: ¡baja ricura!)

McNAMARA:
Tenga ícono lema logo jefe grandes jefes préstamos blandos City-Social-Bank-Infi-Orbital… Acompáñeme pent-house taco coca cuco opio Internet… Condiciones módicas pactemos hablaremos módicas préstamo.
(Música: ¡sube yeguota!)





LOCUTOR:
Arrastrándolo violento viento hurgándole homoplato McNamara empuja mendigo… Intempestivamente mendigo swing meleo amague despiste desprende celada bancaria… Inmediatamente navaja atiza uña navaja Made-in-Taiwán vocifera salpica tufo Pielroja.
(Música: ¡baja nena!)

MENDIGO:
Dotorcito prevengo pregono pido presto deseo...

McNAMARA:
Hipotecar efectos formato Icontec-Iso-2010 digite Arial escrituras palancas anexe notariales propiedades estampilla palada...

MENDIGO:
Dotorcito pille atisbe ombligo tierrita umbilical…
Caer muerto dónde soso dotorcito simple li-mos-na….
(Música:¡sube terremoto!)

LOCUTOR:
Intempestivamente semblante vampiro McNamara empalidece corchetes pinceladas ira ponzoña cuerpo expele expeta expande expisco decembrino.
(Música: ¡baja querida!)

McNAMARA:
Li-mos-na atreve osa limosma… Alimaña rémora gorgojo vago atenido... Merece cene coscorrón cascada planazo...
(Música:¡sube florcita!)

LOCUTOR:
McNamara azota muenda tunda pela garrotera portafolio piel-rosada-delfín.
(Música: ¡sube mamaosta!)

McNAMARA:
Limosna perezoso machucho pangiliento desgualetao bazofia gonorzofia lacra gamba gala...
(Música: ¡baja bajito!)




LOCUTOR:
Cuerpo olorosas mendigo polvo nubes extramuros… McNamara persiste golpiza ceniza… Mendigo infructuoso protege baja cocorota… Sinfonía McNamara concierto porrazos timbales tambores guerra…
(Música: ¡sube nenorra!)

McNAMARA:
Descarado atenido mantenido malparido... Dios mírese míreme iguales… Trabajar madrugo trabajar ganarme papa panela pan pandeyuca… Madruga mendigar limosnear velar clamar. Pena mala imagen sinvergüenza tome porrazo llévese guarapazo…
(Música:¡baja suspirito!)

LOCUTOR:
Mendigo asfalto polvo besa cemento rodillas compunge suplica aferra atlética deportiva entrepierna McNamara...
(Música: ¡baja mujerzuela!)

MENDIGO:
Falsos positivos limpieza amenazado desplazado perdí chagra nada chamba family soberano cortante filo...

McNAMARA:
Ineficiencia falta competitividad transmite facha decadente mirada poco coeficiente poquito…Amigo bostezo despierte ciber-comercio globalización gire estudie cante Malthuse David Ricardo Hommes Junguito...
(Música: ¡sube cabalga!)

LOCUTOR:
Líquido barba verdoso pollito barba inunda puntillosa McNamara… Discurso flamea liberal neo choca silbante cristales rascacielos gemelos.
(Música: ¡baja muñeca!)




McNAMARA:
Descentrado submundo acoja labre liebre logarítmicamente leyes mercado libre libra libranza… Romántico convencido Estado obligaciones asistencialista desechables… Gas-agua-neón educamos sanamos regalamos urnas tamal-trago-taxi… Papito sude camelle labure irresponsable… Bajo autoestima grima tráguese puñetón tanganazo plomazo… Despedida limosna correazo ñapa sangre ñatas adiós caregarbimba chao alzao...
(Música:¡sube sirenita!)

LOCUTOR:
Mendigo cambio pensativo mente cuadricula radical efecto neoliberal animal... Lentamente brillo arma concentra plácido amigable filo… Repentinamente rostro mutar hombre verde increíble. Ojos ambarinos decisión secretan espeluznante… voz sonido eco interior:
(Música: ¡baja ya!)

MENDIGO:
Competir consumir botar guardar despresar acumular vomitar hastiar... comer comer comer…

LOCUTOR:
Mendigo transmutado amenazante cacha navaja primer imbécil idiota transeúnte boquiabierto…
(Música:¡sube cachonda! )

MENDIGO:
Disculpe bájese billetera bájese chaqueta bájese reloj…
¡Bájese de la nube que estoy trabajando, gran guebón!
(Música:¡baja baja mamita!)





miércoles, 9 de junio de 2010

Chimenea de Humores



PLUMA ALTERADA



Chipreviejo, es un fragmento virtual de universo y ‘realidad’, inventado para escenificar traumas y circunstancias insufribles de la vida, pintadas con humor guasón, humor gris, humor vítreo… Y es, desde luego, chimenea de todos los humores.

Chipreviejo, tiene el malintencionado propósito de alterar la pluma, de todos aquellos ociosos que penetran a este Blog, por cuenta de un tal Señor Google, que debe ser un hábil Dios con la misión macabra de agenciarnos opio.

Chipreviejo, se halaga de todos los apuntes, que depositan almas de aura gozona en la bolsa de los comentarios. De allí, de ese baúl de existencias gratas, traigo sin edición malévola, una carta anónima que pregona la segunda parte de “Mi Primer Grumito”:


Anónimo dijo...


Señor bloggero. Caballero relator.

Ciudadano cronista con un Don: Sacar a la luz cosas que se dicen, se ven o se oyen por los extramuros de una ciudad en deconstrucción.

Es un escrito provocador, pues dan ganas de imitar al contador y narrar por qué razón de aquellos polvos, devienen estos lodos. (Léase, algunas embarradas).

Muy buenos los detalles externos, pinta muy bien el escenario, describe estupendamente lo que se cuece entre las bambalinas y muestra muchas verdades sibilinas, aunque no todo sea cierto, en la oscura vida de las chicas del night club de las “pica piedras”.

Lástima que la pequeña desplazada Aguadeña apagara la luz.

Pero quiero escribir y por eso le digo, que el narrador no puede fundir en negro, lo que ocurre desde el canto del gallo de las cinco y media de la mañana hasta el ñarrido bullicioso y galembero del gato negro.

¿A oscuras metí la mano o a oscuras metí los pies?

Se explaya el autor en detalles descriptivos, muy ricos, sabrosos, pero racanea a la hora de los temblores, en el momento supremo de este lúdico cuento.

Nos priva del susurro de despedida triste a la Monita, que debería ir resaltado en letra negrita Times New Roman y con bastardilla.

¿Autocensura, rubor?

Después nos pringa, unta o embadurna con una moraleja distante y poco esclarecedora:

- “Las mejores amantes son las maiceras silvestres, que no conocen el televisor, actúan sin concepto ni censor, y huelen a crispeta agridulce”.

Yo quiero adivinarle, pero el lector es curioso por naturaleza, chismoso por definición y voyerista por tradición.

- “Sentí la tersa piel de una sílfide agreste que me sació en múltiples aromas y maromas”.

Este lector se imagina la gimnasia, olfatea los sudores, supone la magnesia, pero cuando las ninfas crecen, este avezado fisgón quiere poder guindar esas acrobacias, aunque sea por el ojo de la chapa que le proporciona el escribiente.

Uno como consumidor de literatura aspira a que le muestren, en cámara lenta, con repeticiones incluidas, cómo la sílfide rubia amparada en la oscuridad, cambia la timidez por la profesionalidad y de soslayo quiere ver cómo el mudito quinceañero se sacude la torpeza genética heredada, con unos impulsos vitales dichosamente reveladores.

Entonces sólo entonces, sabremos entender la turbia moraleja del relato de unos hechos, que ya han sido juzgados por los años y por el polvo de los tiempos.

Gracias por compartir tus experiencias, te seguiré leyendo.

Vladimir Nobokov.

9 de junio de 2010 10:28

lunes, 7 de junio de 2010

Crónica Maicera

Mi Primer Grumito

Érase que se era, el tiempo de los pantalones terlenka y la bota campana. El padre García Herreros, ya le revendía minutos a Dios. Allende, muy allende en el sur, empezaba a ser pasto de los gusanos. Yo, juicioso quinciañero, de signo Leo, y estaba Virgo.

Aprendía burradas en el Instituto Universitario, un acabadero de calzones donde cursaba tercero de bachillerato. Era brillante en la notas, acaramelado con los cuadernos, y disciplinado como buen tonto. Lo más impúdico a que osaba, era participar en recochas grupales de corte hereje.

En un salón de religión, ambientado con estatuas de Santos –luciendo modas al estilo Verónica de pueblo pobre–, cometíamos atrocidades. A escondidas del cura, vestíamos y desvestíamos esos ídolos sacros que allí pernoctaban como ejemplo de la más paradigmática vida cristiana.

Bandidos y vergonzantes fetiches, todos ellos. Sabíamos, por la cartilla de Religión III, de sus pasados de asesinos y violadores hasta de chivas y ovejas y yamas del alto Perú.


El cuento es que, con mi gallada del salón, les variábamos la vestidura a tales Santos. Jugando con mantos, capas, sayas y coronas, les simulábamos pintas de travestis, malhechores y putas de extramuros. ¡Y eso me arrechaba!

Decidí entonces, en un día de charlas colegiales cuando los más doctos develaban por dónde le entraba el agua al coco, planear mi botada de cachucha en una casa de alcahuetas galemberas. Ya era hora, ¡antes de que mutará en quepis francés!

Ya tenía gordita mi alcancía de barro, un choncho facturado con manos boyacacunas. Muchas aguantadas de hambre en los recreos, y muchas patoniadas ahorrando pasaje, tuve que sufrir para cebar ese cochino marrano fue usted.

Le zampé un martillazo a la caja de ahorros, y sumé el dinero suficiente para mi primera folgada. Sobraba plata hasta para invitar a la ‘prosti’ a un caldito en la Guaca del Pollo Pollón, asadero que por aquellas calendas ya gestaba actos genocidas contra el ganado picudo.

El antro ya lo tenía elegido: Los Picapiedras. Una casa de lenocinio, cercana a la calle de La Penicilina. Próxima a Gato Negro, felpuda cafetería que años después arrasó un incendio provocado por el cortocircuito del roce de un banano urabeño con una cuca salamineña. En pleno Puerto Plomo, donde sobran balas y echan ‘tiros’ a toda hora.

Era un lunes y le dije a mi amá: “Voy para donde un compañero a hacer una tarea del colegio, y a lo mejor me quedó durmiendo en la casa de él”. Le comenté que el examen que debía afrontar, o prueba que tenía que superar, era clave para mi futuro, (dolería, picaría y produciría escozor en mi bragueta).

Me puse como 'gorro' que esa noche botaría mi 'gorro'. El martes caparía clase, y por la tarde –luego de recuperar energías– haría presencia en el cuarteto defensivo de mi equipo de micro, que tenía un partido de vida o muerte.

Pero, a mí no me importaba llegar lánguido, flojo de corvas, a ese encuentro futbolero. Me preocupaba otro tipo de evento, sustancial para mi clasificación en el género macho.


Planchaito, bañaito, acicalao, solito, llegué a Los Picapiedras. Apenas abrían la puerta. Eran las 6 de la tarde. Me senté en una mesa arrinconada, y pedí media de aguardiente, cigarrillos y chicles pa’ mascar la nerviosidad.

Todavía no hacía presencia ninguna princesa. Era temprano para ellas, debían estarse untando polvos para borrar las huellas de los mismos.

Nueve de la noche y ya había ambiente. Guarichas y montañeros de La Cabaña, La Cuchilla del Salado, Tarro Liso y El Alto del Guamo, compartían mesa y se mandaban la mano con generodidad. Y yo nada que me decidía, no pillaba damicela pa’ mi gusto.

Por allá, borrosa en la penumbra, divisé una monita sardinita solita tímida. Pero ningún impulso valiente y visceral que me levantara de la mesa. Sentía como una especie de resorte aprisionándome las pelotas de la silla. ¡Y nada que me paraba!

Una negra gorda y veterana me sacó a tirar paso. Al son de un tiringuistinguis: me atenazó, me amacizó, me levantó del piso. Y yo, con los pies al aire, perdido del ritmo, a punto de ahogarme en sus pechugas.

Lo más cruel, no fue bailar con la más fea, sino tocarme un disco mosaico de media hora eterna. Cuando finiquitó la melodía, me puso una máquina tenaz de karateca y trató de besuquiarme. Corrí a mi mesa como alma que lleva el diablo: en su dentadura, tristes y apartados, sólo habitaban dos afilados colmillos, como pa' ruñir hueso.

Las horas volaban, se acababa el dinero, y el aguardiente ya me mareaba. Prendido como estaba por el trago, podía caer por equivocación en la estaca de una chica de antena, y yo quería perder otra tela. ¡La cachucha me palpitaba!

Repentinamente, emergió una sinfonía de morboso signo: cantaron en coro todos los gallos de los negocios vecinos. Eran las cinco de la mañana, y yo como una mísera güeba fumándome el último cigarro, mordiendo un chicle pastoso, y sin percanta.

Cinco y media. Ya todas las parejas se habían ido al catre. ¡Y yo con deseos de montar piernita! Sólo quedaba una cuchita barriendo colillas, el cantinero reuniendo cunchos de borrachos para llenar una media, y en el fondo la silueta de la
monita sardinita solita tímida.

De pronto, súbitamente, la monita salió de la sombra, vino directamente a mi mesa, y sin mediar palabra me tomó dulcemente de la mano. Me sacó a la calle, luego de bajar una escalera infinita. Era el angelito de mi guarda, mi dulce compañía, mi salvación, la arepita que me haría el favorcito.

Sin mediar palabra, y tomados de las manitas ganosas, cruzamos a un hotelito del frente. Una pensioncita de mala muerte, escalones desvencijados. Un portero mediodormido en la puerta de arriba, atinó a abrir un ojo para constatar que la monita le arrojase una monedas a su escarcela.

La monita, aún callada, abrió un candadito de 5 pesos. Entramos a un cuartico azul, dulce morada. Estrecho cambuche, cruzado por unas cuerdas donde pendían alitas de repuesto y mudas ahorcadas. Una estufa barata sostenía una olla vacía y rendida por los hundidos.

Mientras se desnudaba, se desplumaba, por fin habló. Antes de un silencio de palabra que se extendería a lo largo de dos horas, musitó: “Papi, tengo 15 años. Hace 2 meses estoy en esto. Soy de Aguadas. Y qué pena pero voy a apagar la luz”.

Haló la cuerda del interruptor de un bombillo esmerilado, pajizo péndulo del techo. Sentí la tersa piel de una sílfide agreste que me sació en múltiples aromas y maromas. Y me pringó una moraleja: las mejores amantes son las maiceras silvestres, que no conocen el televisor, actúan sin concepto ni censor, y huelen a crispeta agridulce.

A las 9 de la mañana me despertó el pitazo de un jeep cargado de racimos humanos con destino a La Curva de La Horqueta. Ya entraba luz difusa al cuarto. Ella dormía plácida, medio tres tercios desnuda y un poquito menos. Era bella como una mazorca de exportación, con pelillos orgánicos incluidos.

Le susurré mi despedida. Agitó el cuerpo y clavó, dormida, sus cachetes en la almohada dura. Le dejé en una mesa gorobeta, el resto de mi capital. La besé en la orejita y salí sosteniéndome de las paredes de bahareque.

Mi amá, me tenía desayuno con morro para cobrar fuerzas luego de prueba tan difícil. Me repitió plato, pues me percibió como debilito por tanto maceo (¡tanto mazo!). Yo le dije que había sacado la mejor nota en la prueba.

Esa tarde, cuando jugué con el equipo, fui el culpable de la goleada que nos pegaron. Lucí desconcentrado. Mi mente en la tibia entrepierna de la monita. Y, como perro sarnoso que soy, rascándome la primera picadita que tuve... en mi corazón.

jueves, 3 de junio de 2010

Mi Vecino



DON ‘RODRI’

Lo llamo de un silbido. Y pese a sus más de 60 años, cruza la avenida con agilidad de liebre, eludiendo los autos que bajan enfletados. Con malicia le solicito:

- Don Rodri, ¿qué periódico me recomienda para envolver aguacates? Necesito que maduren.

- Le vendo El Tiempo, que trae más hojas.

Le doy los mil quinientos, y vuela como flecha a su guarida, donde anida desde hace 38 años. Allí, en plena esquina donde muere el separador de la avenida que viene de Villapilar y se incrusta inclemente contra Chipre.

Cuando llegó al barrio, treintón y energético, con las manos tarjadas por el trajín de la construcción, instaló su puesto de venta de periódicos en el punto más estratégico: bajo la sombra del más frondoso Casco de Buey, que en verano cuando florece supera a sus congéneres de la savia: se sobra en blancos y rosados, y es orgía de néctar para el colibrí.

Abandonó las huestes del palustre y la pala, no sin antes dejar bien lavados el balde y la carreta, y se dedicó definitivamente al tráfico del pasquín.

Hoy, ya no es el bullaranguero vendedor que conocimos el siglo pasado, cuando los guarilaques que le zampaban de desayuno los jubilaitos del barrio, lo ponían copetón. Chispiado, vociferaba los diarios con divertidos pregones. La prensa se vendía como arroz.

- Un domingo, y eso que trabajaba sólo hasta las once de la mañana, llegué a vender mil ochocientos periódicos. Ahora, un domingo trabajando hasta las cuatro de la tarde, no me vendo ochenta.

El tiempo, ensalzador de Santos; La Patria, periódico azul de nuestra provincia; El Espacio, vitrina de sangre y pezón; Diario Deportivo, campo para el guayo y la pezuña; y ¡Qué Hubo!, diario ligero y amarillista de la misma Patria: hacen parte del menú que tacaño en números hoy nos oferta.

- Ya hay días en que no me vendo siete periódicos.

- ¿Y siete cuánto le dejan de ganancia?

- Cada uno 240 pesos, ó 260 ó 300, dependiendo.

Son cerca de 3 mil pesos (un Dólar y medio; un Euro y un tris; y llévelo Usted a Yenes), que no le bastan para cubrir el pasaje de ida y vuelta hasta su vivienda en el barrio El Paraíso, cerca de La Fuente, en la ruta al municipio de Villamaría. Para llegar a El Paraíso, hay que echar quimba casi una hora (¡ojo pues rezanderos!).

- Hombre Rodri, entonces… ¿a qué viene? ¡¿A perder billete?!

- Yo vengo aquí es por deporte, olímpicamente, no me consigo la comida.

De mero cansón, lo increpo:

- Rodri, pues rebúsquesela mijo trabajando por la tarde en otra cosa…

- ¡Ojalá resultara qué hacer!

Es el problema de hablar con gente informada. Rodri, ya había leído que el DANE divulgó la semana pasada datos desalentadores: Manizales, capital de Caldas, tiene 32 mil desempleados, 4 mil más que en el mismo periodo analizado del 2009. El trabajo que más ocupa a los manizaleños es: ¡Buscar trabajo!

Don Rodri en su nido, un lustro atrás. Antes de usar gafas de aumento. (Foto: Tilincio).



Hoy, poco se mueve el chuzo de Rodri. Tiempo le sobra para su dieta rutinaria: deglute como mínimo 4 periódicos de variados colores y sabores, incluyendo edictos. Clava su mirada en las páginas, y los estresantes motores no son óbice para paladear sobre todo la crónica roja.

Sólo lo desconcentra el paso de alguna muchacha. Frena la lectura, entorna la mirada, salpica la lengua, rastrilla un piropo, le hace un seguimiento al tongoneo de la dama, y torna como zombi a la nota judicial.

Por tanta pestaña quemada en la letra impresa, hace un lustro ciñe nueva mirada: estrenó severas gafas de aumento, casi de culo de botella. Esta mañana frenó mi diálogo para señalarme una ombligona joven que pasaba la calle:

- Qué pesar de aquella boba, ¡¿dejarse preñar?!

En el puesto de periódicos, a don Rodri regularmente lo acompaña su esposa Amparo. Al amparo de ella, soporta mañanas sin clientela. Antes, en la época de venta efervescente, le ayudaban los hijos. Y viene mi pregunta estúpida:

- Rodri, ¿por qué no han vuelto sus hijos?

- ¿A hacer qué? ¿A ayudarme a aguantar frío?

Es mediodía, Rodri luce acelerado. Empaca presuroso los periódicos en un líchigo de fibra sintética. Me rehuye, me esquiva, me quiere sacar de taquito, porque le advertí que quería hacerle una crónica, y Rodri no quiere comprometer su futuro laboral opinando sobre la calidad de lo que vende…

- Hombre Rodri, ¡fresco! Sólo quiero que me diga: Usted que se lee de cabo a rabo la prensa, ¿qué opina de La Patria?

- A veces, ¡regalada es cara!



De Otras Plumas





Sobre el tema de la resaca electoral, copiamos una breve columna del escritor Arturo Guerrero, publicada el 2 de junio en el diario El Colombiano de Medellín.

No deja de maravillar que El Colombiano, uribista a morir, le abra una ventana a otros pensamientos.

Felicitamos a este diario paisa por tal apertura, y sin su permiso le aplicamos tijera a su sección de opinión. Va pues la prosa del Guerrero:


Arturo Guerrero: "Eso depende de la forma como se asimile el golpe".

(Foto: González-Quintero).



Para qué sirve la esperanza

Por: Arturo Guerrero


El país ha vuelto a su situación real. Vivimos en una sociedad de dos tercios contra uno.

Durante los últimos dos meses se creyó que esta proporción iría a modificarse, gracias a la incursión de muchos jóvenes cundidos de hastío. Pero no.

Prevalecieron las decisiones capturadas por mendrugos en acción, halagadas por sancochos domingueros, atemorizadas por fantasmas alevemente revividos.

En dos meses habría sido hazañoso modificar ocho años de prédica del odio y treinta de penetración de un modelo de pensamiento originado en el polvo blanco.

¿Qué sucedió entonces en estos abril y mayo cobijados bajo el ala de los ángeles? Aconteció la esperanza.

Un acento diferente sonó como música en oídos acostumbrados a los clamores de las víctimas.

Se hablaba en él de asuntos básicos, sencillos, como ese de considerar sagrada la vida de cada cual. Pero a tal colmo hemos llegado en nuestro matadero cotidiano, que esos tópicos obvios se instalaron como perfume en los seis sentidos de la muchachada.

Ahora bien, la eclosión de la esperanza es un orgasmo intenso pero pasajero. Nadie aguanta una vida en orgía perpetua.

El domingo pasado, las dos terceras partes de este país obnubilado pusieron en su modesto sitio a las leves huestes del futuro. Se comprobó que la esperanza no había permeado más allá de la simple proporción de los descontentos de la última década.

¿Es argumento de desánimo o de blasfemia esta comprobación?

Más bien es la campanada del realismo trágico.

¿Sirvió entonces para algo ese entusiasmo peregrino?

Eso depende de la forma como se asimile el golpe. Puede aniquilar futuras esperanzas o puede poner pies en tierra firme para aclarar la neta plataforma del presente y alumbrar cielos tocables con las manos.

Es que la esperanza es la escritura mental del porvenir. Gracias a ella nos es dado en adelantos el mundo que merecemos.

Tanta gente conglomerada alrededor de un entusiasmo, tantos motivos vinculados con la vida, la cultura y la derrota del miedo, son la prefiguración de tantos sueños.

Y se sabe que nada hay más peligroso que los sueños bien soñados.

Para eso sirvieron estos dos meses pasados, para identificar la cara del futuro, para medir la estatura del obstáculo, para echar a rodar un empuje que tuvo un inicio delirante.

El horizonte no puede ser chato, pues el país de los niños inocentes no se arranca en veinte días de las fauces del ogro.

martes, 1 de junio de 2010

Sobre Elano

Manizales, Junio 1 de 2010

Señor:
Martín de Francisco
Programa deportivo “El Alargue”
Caracol Radio – Colombia.


Martín, lo felicito por ser participe de un programa ameno y único. Sobre todo, el que emiten los viernes, por ser ácido y desabrochado.

Martín, esta misiva tiene la intención jocosa de ponerlo al tanto de las sugerentes connotaciones que alberga Elano. Me refiero, claro está, al futbolista de la Selección Brasil, Elano Ralph Blumer.

En el Manchester City, dos amigos corren a celebrar con Elano.


Martín, Elano por ser especialista en tiros libres, seguramente será figura en el Mundial, y este mes Elano será un vocablo extranjero sometido nuevamente a la arbitrariedad de los comentaristas. Y, usted Martín, tampoco se salva, Elano volverá a estar en su boca.

Martín, los periodistas han abusado de Elano. Lo anterior lo digo, porque en pasadas transmisiones de partidos, en donde jugaba Elano, la prensa deportiva colombiana produjo perlas como estas, que literalmente se las cito:

- “Elano vive protestando”.
- “Elano recibe muchas infracciones”.
- “La fricciones acaban con Elano”.
- “Elano sufrió mucho desgaste”.
- “A Elano le falta más toque”.
- “Hoy veo a Elano muy incómodo”.
- “Elano hoy no anda bien”.
- “Elano anda muy suelto”.


Elano rompió la malla, y goza y celebra en el Manchester City.

LOS QUE ENDIOSAN A ELANO

Martín, de otro lado, le aclaro que no tengo nada en contra de los fans de Elano. Aunque Elano sobresale en contiendas varoniles de las grandes ligas, aunque Elano es figura central en choques amistosos, y aunque Elano resalte en más de un picao, no me gusta Elano.

Martín, yo respeto los gustos ajenos. Que cada narrador infle a Elano, todo lo quiera. Pero, hay periodistas que idolatran a Elano hasta el extremo. Uno de ellos, al evaluar el comportamiento de Elano en una contienda remota, dijo:

- “Anoche vi a Elano más práctico, ganó más en velocidad, fue más contundente, más certero. Vi a Elano reluciente, combativo, creativo, fulgurante. Elano tuvo 5 intervenciones maravillosas, y eso que entró al terreno de juego sin calentar”.


Elano celebra una intervención maravillosa, en el Manchester City.



LOS QUE CRITICAN A ELANO

Martín, me encanta la controversia, y ustedes son unos magos del debate deportivo. Un comentarista de otra cadena, hablando del citado encuentro donde sobresalió Elano, criticó el comportamiento de Elano, diciendo:

- “Anoche percibí a Elano muy inseguro, desconcentrado, quieto, estático, alejado. Elano debe tener más disposición, más dinámica; lo noté frío, distante. A Elano, lo vi incómodo en el encuentro.
Definitivamente, me encantaba Elano del pasado, tenía más proyección, se apoyaba más en la banda, se comportaba mejor en las zonas libres.
Ansío ver en el futuro a Elano cerrándose hacia adentro, y más en la zona de candela donde es letal y mortífero. En los tiros de esquina, me gusta ver a Elano sembrado en el segundo palo”.



Elano reclama, en una tarde en que lució frío y distante, en el Manchester City.


CONSEJOS PARA EVITAR LECTURAS EQUIVOCADAS DE ELANO

Martín, para impedir suspicacias en los oyentes, y para eludir interpretaciones morbosas y otras lecturas íntimas a las que alude el término Elano, yo creo que lo mejor es que evite ahora en junio mencionar a Elano, y le recomiendo más bien distinguirlo como Ralph o Blumer.

Martín, con los siguientes ejemplos narrativos, verá que es viable eludir las afrentas angustiantes que sufre Elano; miremos:

- Es más elegante decir: “Ralph rompe la malla”, y no endilgarle acción tan victoriosa a Elano.

- Es más recatado opinar: “Ralph debe ir al ataque con más insistencia”, y no someter a Elano a tan dura misión.

- Es más decente puntualizar: “Es bueno que Ralph se cierre hacia adentro”, y no obligar a Elano a tan inclemente tarea.


Martín, busquemos más dignidad para Elano Ralph Blumer. Y mire Martín, que es más sonora la palabra Blumer, y más decoroso para Elano sacarlo de los embrollos a que lo obligan; veamos:

- Es más respetable conjeturar: “Blumer es muy peligroso, lo mejor es estar encima de él”, y así se deja de ‘pordebajiar’ a Elano.

- Es más majestuoso opinar: “Hay que sacar más a Blumer al costado, para que gravite mejor”, y no obligar a Elano a un trabajo tan mareante.

- Es más caballeroso aventurar: “Blumer anda muy solitario, habría que acompañarlo más, ir con él de la mano”, y no someter a Elano a tanto manoseo.

La hinchada inglesa idolatra a Elano. Aquí Elano en su máximo esplendor goleador.


EVITEMOS LA POLARIZACÍON DE LA AUDIENCIA POR ELANO

Finalmente, Martín, espero que Usted no avive pasiones incendiarias en la masa de hostia y sotana, cuando relate perlas como ésta:

- “Elano debe venirse más de frente, no debe abrirse mucho. Hay que empalmar más a Elano”.

Con relatos provocadores de la turba, como este último, muchas casas curales se ambientarán con afiches de Elano, pero fotografiado cuando pertenecía a las 'ligas menores', cuando la crónica deportiva de esa época lo tildaba como “un chiquito muy juguetón”.


Gracias.


La Columna de don Onésimo (II)


Don Onésimo en un valluno-caucano-nariñense recién llegado a estas laderas manizalitas. Esta semana sufre una amarga resaca electoral, fruto de los desesperanzadores resultados de la manipulada contienda presidencial del domingo. Con este tema, don Onésimo nos entrega hoy su segunda y sufrida crónica, ambientada con la presencia de un amigo del volante:






LA CONCIENCIA POLÍTICA



Salgo de la casa para hacer algunas diligencias en el centro. Finalizo mis vueltas y comienza a llover. Observo con envidia que todos sacan su paraguas, menos Yo. Debo aprender rápidamente a vivir en Manizales, o me voy a enfermar, pienso.

Un taxi, es el precio que debo pagar por no tener paraguas. Levanto la mano, el carro se detiene, abro la puerta y adentro. Vidrios cerrados, calorcito, asientos suaves. Tantas comodidades no dejan de producirme cierta alegría que me anima a iniciar una conversación con el señor taxista.

El tema de moda:

- ¿Cómo le fue con las elecciones amigo, ganó o perdió?

La respuesta no trae el tono alegre de la pregunta:

- ¡En esto no se gana ni se pierde señor!

Qué me habrá querido decir, es una respuesta filosófica, éste debe ser Mockusiano, pensé. Intimidado por la profundidad de la respuesta, guardo silencio unos instantes y dudo si debo continuar con la conversación. Sin embargo, después de unos segundos, me decido y le pregunto:

- Discúlpeme, pero no le entiendo. Yo en realidad preguntaba si había votado por Santos o por Mockus, o por algún otro…

- ¡Es que Yo voté en blanco señor! ¡¿Sí me entiende?!

- Si señor, le entiendo.

Cortante, decidido, firme. Aquí estamos ante un radical de armas tomar, pensé.

- Pero… si no es mucha molestia, ¿le gustaría contarme las razones que lo llevaron a votar en blanco?

- Si señor, ¡porque todos son una partida de ladrones! ¡Aquí no hay por quién votar!

- Bueno… discúlpeme señor, pero hasta donde estoy enterado, Mockus, Petro, Pardo, no han sido acusados nunca de corrupción.

- Todos son iguales señor, ¡una parranda de ladrones!

- Pero es lo que da nuestra tierra, ¿no le parece? No son perfectos, pero es lo mejor que tenemos.

- A mí no me importa que lo dé la tierra, ¿sí me entiende? ¡Para Mí, todos son ladrones y corruptos y punto!

- Bueno si Usted lo dice, pero… permítame una última pregunta: ¿Cómo funciona lo del voto en blanco? Si ganara el voto en blanco, ¿quién nos gobernaría?

- ¡Pues nadie señor, nadie!

- Cómo así señor, ¿sin Presidente y sin Ministros?

- ¡Pues claro!

- Y los impuestos cómo se manejarían o quién los administraría para hacer carreteras, hospitales, escuelas, aeropuertos, acueductos, alcantarillado, redes de energía, etc.

- Mire señor, a mí Usted no me va a enredar, lo que pasa es que esta selva de cemento no la maneja nadie. El único que puede gobernar esto es el más grande, el más poderoso, el rey de reyes, el Altísimo.

Por fin se iba aclarando en mi mente lo del voto en blanco.

- Yo, pues respeto sus creencias señor, pero es que el Altísimo no sabe de administración pública, para qué lo vamos a meter en política. Dejémoslo allá quietito en el cielo, ¿no le parece? Trabajemos acá nosotros.

- No se burle señor que hablo en serio y el Señor lo puede castigar. Este país sólo lo arregla el Señor, así le de risa a Usted. Él, es el que todo lo puede.

La conversación había tomado un giro imprevisto y a estas alturas del partido, Yo ya no sabía cómo salirme de semejante embrollo.

Debió ser el Altísimo quien intercedió por Mí, porque cuando el señor taxista me desafiaba con una mirada feroz, llegamos a mi destino. Pagué, me despedí y estuve tentado a agradecerle al rey de reyes, por haberme librado de uno de sus más fervientes seguidores.