martes, 25 de mayo de 2010

Cronista juvenil invitada

Jackeline es quinceañera. Vive en la zona rural de Manizales, en medio de montañas empinadas, y caminos de herradura centenarios. Jackeline, la semana pasada, en plena ola invernal, se demoró 40 minutos para llegar al colegio, en un viaje circense de resbalones y patinadas, por una vía riesgosa hasta para los gatos que usan herraduras.


Jackeline ya enhebra palabras, bajo la guía de un vecino montañero que se las da de cronista y fabulador. (Foto: Mary).


El viaje de ese día invernal, lluvioso a morir, abrigaba una misión: protegida por una bolsa plástica de tienda, iba muy calurosa su primera Crónica de tarea para su profe. Ahí, va pues su regalo: ‘La Camilla’.


LA CAMILLA

Por: Jackeline García Ortiz


Yo no me acuerdo casi de nada. Fue el día en que me dio un ataque epiléptico. Eso fue hace como 4 años, en el año 2007. Se me borra de la memoria, pero me dicen en mi casa que me caí y me di un golpe en la frente.

Yo vivo en la finca Buenavista, ubicada en el Sector Ceballos. Para llegar a la carretera central, a Villanueva, hay que subir por un camino de herradura muy empinado. Es una distancia de un kilómetro y se trepa más o menos en 20 minutos.

El problema, del día en que me dio el ataque, fue que no había Camilla. Me cuentan también, que un vecino, Gerardo Quintero, por fortuna nos ayudó. Nos prestó un caballo.

Gerardo Quintero, es un periodista, que mantiene trabajando en un computador corrigiendo unas revistas científicas que publica la Universidad de Caldas. Desde el año 2005, se había pasado a vivir a una finca al lado de la de nosotros.

Me dicen, que Gerardo nos acompañó (a mí, a papá y a mamá), hasta Villanueva. Mi papá no tenía ni un centavo, para llevarme a que me atendieran en Manizales.

Pero Gerardo, que también andaba sin un peso, pidió prestada plata. “Corrí a donde ‘Crespo’, don Orlando Vergara, dueño de una tienda, y él que siempre ha sido muy colaborador, prestó 10 mil pesos para que salieran pronto con la enfermita”, dice Gerardo.

En verdad, yo no me acuerdo de nada, pero me dicen que papá y mamá me llevaron en una buseta hasta Manizales, donde me atendieron de urgencia los médicos.

Si hasta mi casa pudiera llegar una ambulancia o un jeep, me hubieran atendido en el hospitalito infantil con más rapidez. Gracias a Dios, no me pasó nada grave, pues desde que me dio el ataque hasta que me atendieron los médicos habían pasado como 2 horas.

Antes de que compraran una Camilla de verdad, a los enfermitos los tenían que sacar en una especie de camilla improvisada, que la armaban con dos guaduas delgadas y trapos y estopas. Eso era muy peligroso porque se podía desfondar.

Pero gracias a la unión de todos los vecinos de nuestra comunidad, llegó una Camilla real.

Comenta Gerardo: “La Camilla la compramos entre todos, hace como 3 años. Era un segundazo, una hermosa antigüedad, una Camilla de museo que nos costó 60 mil pesos, y que había servido a una institución de auxilio para rescatar accidentados”.

Desde que tenemos una Camilla verdadera, ésta ha servido a casi todos los miembros de la comunidad. A mamá porque estaba muy grave de las várices, se le habían brotado. Una noche, a la esposa de Jorge, una joven, que se le adelantó el bebé.

También, la Camilla ha servido para: don Bernardino, un señor de edad avanzada, que estuvo a punto de un derrame cerebral. A doña Margarita, que sufre de un problema muy delicado en los riñones. A doña Betty, a Cecilia, a doña Aurita, a don Enrique que está inválido, y a muchos personas más que han salido en Camilla, cargados por vecinos solidarios.

Gerardo, que toma tinto como loco y que fuma con desespero y que come únicamente arroz con huevo, dice por molestar que quiere montar en Camilla:

“Un día de cansón, le dije a mis vecinos que estaba muy grave, y les supliqué que me llevaran en Camilla hasta Villanueva, a la tienda de don Octavio, pues necesitaba que me allí me fiaran un paquete de Derby, media docena de huevos y un cuarto de libra de café”.

El ideal es que tengamos una carretera para movilizarnos más rápido, y que los enfermos, llevados en vehículos, lleguen con prontitud a la clínica.

Comenta Gerardo, que la comunidad del sector lleva varios años en la lucha para que el Municipio de Manizales construya una vía por donde puedan transitar carros.

Afirma Gerardo: “Este mes ya cumplimos 5 años en un proceso para que la Alcaldía nos construya una vía, con huellas y afirmado, un sueño que de hacerse realidad mejorará nuestras condiciones de vida; y así, con dignidad, podremos llevar con prontitud a nuestros enfermitos al médico”.

Gerardo, también dice que la Alcaldía los tiene penando y enredados en vueltas y trámites.

Afirma que: “Nos tocó meter una Acción Popular contra la Alcaldía de Manizales, pues muchos funcionarios nos vienen bananiando desde hace 5 años, y han habido múltiples reuniones, compromisos firmados, y promesas incumplidas, frente a un derecho y una necesidad como los es una vía carreteable, y digna”.

La carretera es un sueño, y como todo sueño puede ocurrir que se cumpla o no se cumpla. Pero nosotros tenemos una esperanza, que depende de que la Alcaldía de Manizales cumpla con su promesa. Entonces, la Camilla podrá ir a descansar a un museo.

Fin.


7 comentarios:

Anónimo dijo...

hola jackeline me encantó su escrito, conozco el lugar y se lo dificil que es caminar por ese camino de herradura, pero el lugar donde vive es un paraíso y les deseo que pronto les quede solucionada la carretera. un abrazo. gloria la hermana de gerardo

Anónimo dijo...

Y nosostr@s aquí en el primer mundo quejándonos por cualquier cosa y pensando que tenemos muchos problemas¡¡¡Lo que hay que esperar para conseguir algo tan elemental como una simple carretera. Aisha diría algo así: "QUÉ NO ESTAMOS PIDIENDO UNA AUTOPISTA HOMBRE"¡¡¡¡
Por cierto muy buena la crónica y muy linda Jackeline con ese aire de reina de corazones¡¡¡
(Fabiola)

ONESIMO dijo...

Jackeline, ya tienes la camilla. Hay que seguir pensando en las necesidades comunitarias. Adelante !

taranto dijo...

¿Ya que ustedes no tienen palancas políticas, no será mejor que construyan un Cable Aéreo, hecho con lianas y sillas Rimax?

Andrés dijo...

Al lado de mi apartamento, en Francia, tengo un pedazo largo de carretera que sobra. Voy a hacer trámites en la embajada para ver como hacemos para transportarla.

Anónimo dijo...

Se esperan colaboraciones para ir llevándola poco a poco en las maletas de los turistas solidarios.
(La mamá de Andrés)

Anónimo dijo...

Buena crónica sobre el derecho a una carreterita digna para los ciudadanos de la finca Buenavista por allá en el sector de los Ceballos.

Jackeline con el relato de la camilla, me has trasladado a otras crónicas de siglos pasados que narraban aventuras parecidas a las que viven los vecinos de la Cuchilla del Salado.

En aquellos años de Upa, cuando los pianos Steinway que pesaban más que un toro de Dos Gutiérrez, viajaban a lomos de mulas rumbo a la sabana de Bogotá. Por esos caminos serranos los nuevos ricos de la capital fueron subidos a las espaldas de silleteros desde Honda.
Por esas mismas trochas llenas de pringamosas subían ataúdes y bajaban arcones con caudales mal habidos. Por aquellas faldas peliagudas se despeñaban cofres, personas y minerales dorados, para cubrir la avidez de señoritos que pretendían imitar a los chapetones de hace 200 años, hasta que alguien gritó: Independenciaaaaaa.

Es hora de gritar: Una carretera para Buenavistaaaaaaaaaaaaa.

Felicitaciones Jackeline.
Flekos11@hotmail.com