viernes, 20 de agosto de 2010

Cabriolá (1)

CHATEANDO



(primera mitad)

 


La hembra Auslénida irradia impaciencia. Está a punto de trincharse un seno cervical, pero la frena el crepitar vibrador del labalión que anuncia chat. Estira el meñique del hígado mayor y ensarta el enter del labalión. Lo lleva a su boca romboide, y masticándolo con ahínco explota un anhelante saludo que la sonroja en azulinos nacarados… ¡La dicha encapsulada!



Segundos atrás, en la zozobra de la espera, Auslénida se había ruñido hasta la madre sus ocho codos. Todo el día había amordazado el deseo rutinario de chatear con el macho Empilós. ¡¿Qué extraño, mi Empilós ha sido muy cronométrico en su tierno reporte virtual?!, pensó por fin, y ese precario razonamiento le funde una docena de neuronas… ¡Humo al cielorraso disparado en géiser!



Minutos atrás, entre sollozos telúricos de incomunicación, había rayado a dentelladas caninas el látex protector del labalión para cerciorarse de que no lo hubiese atacado un virus gusano-cubano. Pero, finalmente Auslénida se fresquió al comprobar que la marca no era gemeliada. El labalión no era clon, y el látex era auténtico vaticano: fino, resistente y saborizado, y daba tono augurando conexión.



Horas atrás, Auslénida había sufrido un epiléptico de interrogantes paranoicos. Si Empilós no conectaba: ¿Sería que él se enteró por la prensa amarillista de que ella era una de las condenadas a portar un rostro de modelo de pasarela? ¿Sería que él fue desintegrado por la cruel gendarmería que con verdaderos negativos buscaba alta condecoración, mejor ración y más consignación?




Terroríficas suposiciones que menguaron cuando cambió de chip, y se prendó del recuerdo de aquella madrugada cuando por el labalión conoció a Empilós. Chateo absurdo, fruto del azar cósmico, escapado de la férrea cuadrícula cibernética, y que propició un furtivo encuentro labaliónico.




Esa vez Empilós se disculpó por la equivocación. Según él, por olvido había escupido once veces el plasma del labalíon, una orden impar que sólo cobijaba al directorio de las féminas aléladaks de Cabriolá.




A través de ese labalión, modelo akztw-266 de sólo grafía, Empilós se presentó como un cabrío gélidock de Cabriolá, muy tímido, sin descorchar. Aseveró que únicamente tenía vida social con el papá y la mamá. Un caballero post-nuclear a quien el destino le había ofrendado una dichosa oportunidad para teclear con una apetecida sardina aléladak.




Después, se desgranaron 5233 días de 77 horas. Y en cada aurora la cita puntual de Empilós en el chat, era un motivo para que Auslénida disipará el horror de escuchar por los grifos el ruido de truenos y sables que venía azotando a Cabriolá desde hacía 2 centurias.


En esas digitadas labialónicas habían trenzado una sarta de reflexiones con ecos de kínder. Una subienda de vida inicua. Un tejido de triviales gustos faranduleros y de marquillas. Apremiaba una pronta cita no virtual para conciliar un matricidio cabriolano. Empilós le había jurado que en el próximo chat propondría un lugar para verse las carátulas y tocarse las solapas.



Vamos al voleo de tecla… ¡La dicha encapsulada!






- ¡Empy! Cariño, ¿eres tú?



- ¡Ausly! Mi tesoro, perdona la demora. Mi madre hoy amaneció muy sociable y me pidió de rodillas que le propinara una sesión de cachetadas antes de irse para misa. Discúlpame, pero soy un hijo atento a los afectos familiares y…



- Empy, tranquilízate. No vayas a pensar que eso me pone celosa. Ando un poco molesta por la fatiga de la espera. Imagínate que por causa de la desesperación me he comido todos mis codos. ¡Cielito, ya no podré firmar la colilla del votante, y no tendré descuentos en las toallas higiénicas!



- ¡Ausly, serénate, evita el suicidio! Cuando herede prometo regalarte un kit de codos siliconados importados de Cali.



- ¡Empy, eres un primor! Empy…



- ¿Qué quieres peluchito mío?



- ¿Cuándo nos conoceremos por fin?



- Más tarde. En una horita. Cuando retoñen mis glúteos. Mi padre estuvo hambriento y se los asé en carbón mineral.



- Empy, admiro tu generosidad. Eres un paradigma de hijo. Te mereces el cielo eterno. ¡No veo la hora de verte! ¡Te mataré a picos!



- Ausly mía, dentro de una hora te espero al frente de la nueva fosa común. Allí el Ministerio de Cultura montó una tienda de suvenires, allí escogerás los anillos de boda. ¡Hay unos fantásticos… talladitos en huesitos NN!



- ¡Mi amor, eres un romántico! Pero… ¿cómo nos identificaremos?



- Todo lo tengo pensado. Llevaré una iguana disecada a manera de corbata.



- ¡Mi vida, tu gusto me chifla! Yo llevaré una gargantilla con picos de águilas negras… ¡mera fantasía!



- ¡Debes verte preciosa! Cariño, creo que es hora de despedirnos, me retoña lo que te dije.



Auslénida bebe un preparado de ajos yodados para espantar el fastidio sacaroso que le dejó el labalión en los pelos de la lengua. Afanada, abre la cremallera que campea de oreja a oreja su cráneo, y deja escapar un onceno de luciérnagas. Los insectos, adiestrados para ayudas de tocador, se posan en los perfiles de la techumbre y en conjunto iluminan la desnudez cabriolana.



(Continuará).
(Fotografías: archivo familia Quintero Castro).




5 comentarios:

taranto dijo...

¡¿Se la fumó VERDE?!

Maria dijo...

Gracias por tu comentario, nunca pensé que mi blog llegara a tanta gente, me gusta tener ordenada la información y poder enseñársela a mis amigos desde cualquier parte. Gracias de corazón, es muy alagador. Me he detenido un poco en tu blog, tengo que detenerme un poco más, tiene buena pinta.

Un beso

taranto dijo...

María:
Igualmente, me halaga tu serena visita.
Después de dilapidar energías en causas perdidas que ambicionaban grandes cambios en la MASA, creo que lo más ideal es hacer parte de pequeños universos, que alimentamos tejiendo risas, imágenes... instantes y sutilezas de la vida que ambientarán el BUEN VIVIR en nuestro amado círculo de amigos y familiares.
Tu BLOG, para mí, es prueba de ello.
TE ADMIRO desde estas colinas tropicales.
Abrazos.

Unknown dijo...

es interesante partir de un h echo y darle un vuelco inesperado que no se imagina el lector y brincar de las teclas del computador a un lejano osario nn y darle rienda suelta a la imaginacion .y todo solo por saber accesar a este sitio sin costo diferente a gastarse 2 o 3 neuronas asi las mujeres digan que solo tenemos 1

Anónimo dijo...

Y la segunda parte?