domingo, 4 de julio de 2010

EL DORADO (Parte 2)


Estadísticas

Por naturaleza soy escéptico. No creo en las estadísticas y me ofende quedar amarrado en ellas.

En el último Censo del DANE me escondí. No me dejé contar. Me escapé del rebaño.

Soy escurridizo como el jabón. Boludo y pelotudo: Maradona. Para mí, la estadística es amañada y la duda himno nacional.

Como fugitivo del Censo, con paso fino salgo de la recua. Brinco de la camada, cuando los tendenciosos de micrófono y vitrina sentencian: “Los 44 millones de colombianos creen que…”.

Hace dos años, estando de campesino, me quisieron atrapar en las estadísticas de beneficiarios del programa de “Seguridad Alimentaria”. Me ofrecieron 6 gallinas ponedoras, unos cuantos kilos de cuido para cebar dicho "ganado picudo", y unos paqueticos de semillas de verduras para una ensalada.

Me negué a recibir tal súper-ayuda. Mi cuerpo también tiene su ética, y además un sancocho asistencialista afloja el estómago.

De otro lado, por mero tonto, nunca me involucro en las estadísticas de los que adivinan grandes negocios en bonanzas futuras.

La bonanza marimbera me cogió sin antejardín. En la bonanza coquera vivía de paciente en un laboratorio dental. Y en la bonanza de Uribe fui un soberano pendejo, no entendí que estadísticamente cualquier ciudadano inocente se podía desmovilizar.

Volvamos al agro. ¿Qué cultivar en un minifundio en la era uribista, que no lleve a quiebra? Me pegué a las estadísticas agropecuarias: un producto hay que sembrarlo a tiempo, para que cuando se saque coja buen precio.

Procedí y enterré mi yuca, y al cosechar me enhebraron las mafias intermediarias. Saqué un banano grande y azucarado, y los precios me tiraron al piso; dicen los traficantes de la galería, que lo que pasa es que los huilenses superan a los caldenses en tamaño: ellos con abono esgrimen ahora uno más portentoso.

Fruto del desespero agrícola, una noche tuve una pesadilla. Soñé que tenía un florecido cultivo de minas quiebra-patas, que por estadísticas es lo que más se siembra en Colombia.

Y desperté sudoroso y temblando, en el sueño me tocó hacer la desyerba: me vi plateando las minitas retoñadas con una guadaña floja de cabo, y en pleno aguacero y en terrenos faldudos cruzando las eras subido en zancos de 5 metros.

Ante tanto desengaño rural, sólo me queda creer en alguna estadística. Hoy leí en una revista añeja: geólogos colombianos estiman que el volcán Galeras arroja anualmente en sus emisiones: ¡UN KILO DE ORO!

Salgó mañana mismo rumbo a Pasto (Nariño). Llevó una carpita para acampar en las laderas próximas a esa boca emisora. Y unos guantes de carnaza para aparar ese kilo de oro, estará muy caliente, y tengo la esperanza de que caerá ¡en lingote!

(En la imagen: el plátano de Taranto. Foto: mariolqc).

1 comentario:

taranto dijo...

Oiga, Tinterillo:

Deje de rumiar rencores.

Vuélvase vegetariano, productivo y pacífico como los rumiantes.

Las vacas comen pasto, producen leche, se quedan quieticas cuando les exprimen las tetas, y se dejan llevar mansamente a los mataderos.